
Ernesto Domenack un hombre de 51 años. A pesar de no ser uno de los hombres más atléticos que he visto no aparenta su edad. De una apariencia imponente. Alto centrado, de mirada seria y algo amenazante. Sin embargo cuando lo veo, un detalle me llama la atención. Me refiero a esa robusta y algo sobreextendida masa muscular que denomina como estómago. No es la figura que uno se podría imaginar en un ex campeón sudamericano de natación.
El día para encontrarme con Ernesto Domenack había llegado. Me encontraría con él en su academia a las 6pm. Eran las 5.45pm y estaba extraviado entre una de las calles de Monterrico. Me sentía como en el mercado de frutas entre las fresas, las cerezas, etc. Mi objetivo Las Limas 163. Después de preguntar como a 4 guachimanes y a un polícia llegé a la academia. Ni bien uno entra el calor de la piscina temperada te envuelve. Una sensación cálida al principio, pero que poco a poco se vuelve en un calor insoportable acompañado del inconfundible olor a cloro.
Subí a la oficina y al entrar a la única persona que observe, fue un gordito hablando por teléfono con gestos malhumorados. Le pregunté: "Disculpe el Señor Domenack se encuentra?". "Si soy yo" me respondió. Entre desconcierto y desilusión solo me quedó hacer la presentación respectiva. Tras identificarme me dijo que estaba en una conversación importante y que lo espere abajo que enseguida me atendía. Mientras lo esperaba junto a los padres que miraban a sus hijos nadar de un lado para el otro, niños y jóvenes caminaban junto a mí haciendo muequitas y mirandome de arriba a abajo. No era parte de su entorno.
Pasó media hora y al fin bajó. Hasta ahora mi imagen de él no era la mejor me colgó el teléfono 2 veces, me aceptó la entrevista por compromiso (según yo), gracias a él y su bendita academia estuve caminando sin rumbo un buen rato, moría de calor por su piscina y todavía me hacía esperar media hora. Me estaba arrepintiendo de haberlo elegido. Cuando bajó esperaba lo peor, mientras lo veía bajar me miraba con un rostro de lástima, como si viera a un viejito pordiosero en la calle. Que se cree pensaba. ¿Comenzamos? me preguntó. Subimos de nuevo a su oficina y comenzé a grabarle. Mi concepto cambio durante esos 15 minutos que habremos hablado. Para cada pregunta tenía la respuesta exacta o al menos la que yo quería escuchar.
Terminé de entrevistarlo. Al parecer no le caí tan mal. Al menos ya lo veía sonreír, ligeramente pero algo es algo. No sé si porque no me iba a ver más o porque no le pareció tan tedioso responder mis preguntas. Quedé en ir a su casa para que me muestre unas fotos y medallas, que ofreció a enseñarme (voluntariamente, algo que me sorprendió).
Llegé a su casa. Tras pasar por dos rejas y habiendo sido interceptado por dos guachimanes preguntándome a quién buscaba. Era esperable tras entrar a una de las zonas residenciales de La Molina. Me habrió al puerta una señora alta, de pelo largo y apariencia bondadosa, Marcela de Domenack. Solo por ese último rasgo dudé que fuera la casa correcta. "El Señor Domenack se encuentra, quede en verlo hoy" le dije. "Si pasa, el ya está en camino" me respondió. Al entrar por razones académicas revisé cada rincón con la mirada. Marcela se incomodó un poco. Decidí entrevistarla mientras llegaba su esposo. La conversación con ella salió mucho más fluida, y no tan técnica como la anterior.

Ernesto, su esposa Marcela y Alessio en Panamá
Luego llegó Ernesto, con una apariencia relajada y tranquila. Cosa rara por cierto. Traté de entrevistarlo pero justo les llegó visita. Una amiga de la familia. Quizé entrevistarla pero solo con escuchar, como le comentaban lo que estaba hacienco me lapidó con la mirada.Sin nada más que hacer decidí cerrar la jornada con una foto de la pareja frente a un cuadro que me pareció interesante. Era una foto de Ernesto en una piscina con pelo largo y mirada severa. Algo a lo que estaba acostumbrándome.
El día para encontrarme con Ernesto Domenack había llegado. Me encontraría con él en su academia a las 6pm. Eran las 5.45pm y estaba extraviado entre una de las calles de Monterrico. Me sentía como en el mercado de frutas entre las fresas, las cerezas, etc. Mi objetivo Las Limas 163. Después de preguntar como a 4 guachimanes y a un polícia llegé a la academia. Ni bien uno entra el calor de la piscina temperada te envuelve. Una sensación cálida al principio, pero que poco a poco se vuelve en un calor insoportable acompañado del inconfundible olor a cloro.
Subí a la oficina y al entrar a la única persona que observe, fue un gordito hablando por teléfono con gestos malhumorados. Le pregunté: "Disculpe el Señor Domenack se encuentra?". "Si soy yo" me respondió. Entre desconcierto y desilusión solo me quedó hacer la presentación respectiva. Tras identificarme me dijo que estaba en una conversación importante y que lo espere abajo que enseguida me atendía. Mientras lo esperaba junto a los padres que miraban a sus hijos nadar de un lado para el otro, niños y jóvenes caminaban junto a mí haciendo muequitas y mirandome de arriba a abajo. No era parte de su entorno.
Pasó media hora y al fin bajó. Hasta ahora mi imagen de él no era la mejor me colgó el teléfono 2 veces, me aceptó la entrevista por compromiso (según yo), gracias a él y su bendita academia estuve caminando sin rumbo un buen rato, moría de calor por su piscina y todavía me hacía esperar media hora. Me estaba arrepintiendo de haberlo elegido. Cuando bajó esperaba lo peor, mientras lo veía bajar me miraba con un rostro de lástima, como si viera a un viejito pordiosero en la calle. Que se cree pensaba. ¿Comenzamos? me preguntó. Subimos de nuevo a su oficina y comenzé a grabarle. Mi concepto cambio durante esos 15 minutos que habremos hablado. Para cada pregunta tenía la respuesta exacta o al menos la que yo quería escuchar.
Terminé de entrevistarlo. Al parecer no le caí tan mal. Al menos ya lo veía sonreír, ligeramente pero algo es algo. No sé si porque no me iba a ver más o porque no le pareció tan tedioso responder mis preguntas. Quedé en ir a su casa para que me muestre unas fotos y medallas, que ofreció a enseñarme (voluntariamente, algo que me sorprendió).
Llegé a su casa. Tras pasar por dos rejas y habiendo sido interceptado por dos guachimanes preguntándome a quién buscaba. Era esperable tras entrar a una de las zonas residenciales de La Molina. Me habrió al puerta una señora alta, de pelo largo y apariencia bondadosa, Marcela de Domenack. Solo por ese último rasgo dudé que fuera la casa correcta. "El Señor Domenack se encuentra, quede en verlo hoy" le dije. "Si pasa, el ya está en camino" me respondió. Al entrar por razones académicas revisé cada rincón con la mirada. Marcela se incomodó un poco. Decidí entrevistarla mientras llegaba su esposo. La conversación con ella salió mucho más fluida, y no tan técnica como la anterior.

Ernesto, su esposa Marcela y Alessio en Panamá
Luego llegó Ernesto, con una apariencia relajada y tranquila. Cosa rara por cierto. Traté de entrevistarlo pero justo les llegó visita. Una amiga de la familia. Quizé entrevistarla pero solo con escuchar, como le comentaban lo que estaba hacienco me lapidó con la mirada.Sin nada más que hacer decidí cerrar la jornada con una foto de la pareja frente a un cuadro que me pareció interesante. Era una foto de Ernesto en una piscina con pelo largo y mirada severa. Algo a lo que estaba acostumbrándome.

Ernesto y su esposa Marcela en su casa frente a un cuadro de Ernesto nadando.
Muchos nisiquiera saben quien fue Ernesto Domenack. Lo que logró. La buena imagen que tiene el Perú en natación gracias a él. Lamentablemente hasta hace tres semanas me hubiera tenido que incluir en esa lista. Si algo me deja las charlas que he tenido con el señor Ernesto Domenack es que no solo fue un gran nadador y es un próspero empresario. Lo más importante es que es un excelente ser humano.
Esta es la entrevista a Ernesto Domenack













Ernesto y su esposa Marcela, son buenisimas personas... los conoci en la época de 1995...
Ernesto Domenack no solo natación es lo que enseña, también forma personas en valores.
Perseverancia fue lo primero que aprendí de él.